El agua cae
de la canilla
a la olla.
Mis manos se sostienen en mi cintura.
Mi mirada en la olla.
Mis oídos atentos
Al agua que cae
en el lavaropas.
Y sacar la manguera.
Y que no se inunde
el lavadero.
Y que la vecina
agreta de planta baja
no se queje.
Del agua que cae
en su techo.
La olla se llena.
Caliento el agua.
Agua para mi baño.
Calefón roto.
Extraño la ducha.
Pero tanto no me molesta
la olla y la taza.
Imagino
un termotanque nuevo,
radiante la ducha,
y yo.
El agua se calienta.
Hoy, martes.
Mañana miércoles.
La rutina.
Igual.
No a la del martes,
ni a la del lunes
ni a la del jueves,
ni a la del viernes.
Igual al miércoles
el que pasó
y el que vendrá.
Madrugar.
Arreglar horarios.
Firmar notificaciones.
Relajar la espalda.
Medias con talco.
No desespero.
Hasta me complazco
de este silencio
de este orden.
Lloro.
No hay remate.
Ni tajadas en el pecho.
Ni correr a verte.
Hay pulgas en el gato
Ropa en mi tender.
Colores. en mi mesa.
Juguetes en mi casa
Zapatillas en mi pies.
Nada en mis manos.
Me desnudo.
Traslado la olla.
Tomo la taza verde.
Me baño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario