Tres puntos femeninos
sangra nuestra geometría
atriangulando la flor
que nunca fue mía.
El destino y su desamparo
desnudaron mi esperanza
y su sonido de celofán
se acalló en mi almohada.
El aire se oscureció
la noche me rodeó
su luna incoherente
al silencio me obligó.
Abriendo grietas a su paso
rompieron mi templanza,
caracoles de sal,
sumisos se arrastran.
Ya sin líneas rectas
el canto sentenció
que la espera terminó.
De alpaca mi armazón de ornamentó.
Entonces, la flor se durmió en mis manos
para morir mañana
Y en esa muerte todavía la belleza
se viste de naranja.
(enero 2010)
lunes, 1 de febrero de 2010
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